Eran once, en un principio, y algunos se fueron y, con el tiempo, otros vinieron. Tenían una vida más allá de La Caldera, y una vida dentro La Caldera, y una vida a caballo de las dos vidas, cosas de fuera que venían al centro de creación, y cosas del centro de creación que se expandían y saltaban hacia afuera. En todo caso, con el paso del tiempo todo fue tomando forma, y todo fue pareciendo que era una misma cosa o, al menos, una misma casa: un lugar capaz de acogerlo todo: ensayos y relaciones, fiestas y encargos, colegas y espectadores, reuniones y debates.
Socios en la terraza (1998). © Foto la caldera